La Golondrina que hizo al verano… y a nuestra historia

La primera casa que Carlos Gesell destinó a los posibles visitantes acaba de ser donada por su actual dueño al patrimonio municipal. Conocé la historia de La Golondrina, el hito iniciático de la Villa como centro turístico.

Para una ciudad turística como Villa Gesell, La Golondrina significará por siempre el primer impulso que el fundador tomó para darle a la localidad ese mismo perfil.

Esa pequeña vivienda en el medio de los médanos fue la primera construcción que Carlos Gesell concibió con fines turísticos, alentado por el éxito que había comenzado a lograr en la plantación de árboles que fijarían las salvajes arenas.

Bautizada como “La Golondrina”, tuvo una discreta difusión a través de algunos clasificados en el diario La Prensa presentada tan solo como una “casita solitaria frente al mar”. El ejecutivo suizo Emilio Stark respondió al intrigante aviso y el 22 de febrero de 1941 se convirtió en el primer turista que recibió Villa Gesell, por entonces denominada Parque Idaho.

Cuenta la historia que Stark explotó en furia cuando tuvo que atravesar las siete tranqueras de los campos particulares y los cuatro kilómetros de dunas que lo separaban desde la estación de tren de Juancho hasta su morada de vacaciones, aunque terminó descubrió un páramo paradisíaco que luego se encargó de difundir a su regreso, en Buenos Aires.

La casa, cuya estructura fundamental era de madera, estaba ubicada donde ahora sería Alameda 201 casi Calle 306. Su dueño actual donó el sábado pasado esas partes al patrimonio municipal y ahora deberá ser recompuesta y reinstalada en su sitio original, aunque para ello falta primero la aprobación del Concejo Deliberante local.