Gesell y la democracia: 40 años de las primeras elecciones locales

Cinco años después de su autonomía, la Villa experimentó gracias al retorno democrático una épica fundacional: las primeras elecciones locales. Como en todo el país, el fin de la Dictadura alentó el deseo popular de los entonces diez mil habitantes por manifestarse en las urnas.

Por Juan Ignacio Provéndola | Fotos: Archivo Realidad Geselina | Primero fue la administración de Carlos Gesell. Luego, una delegación municipal dependiente del Partido de General Madariaga con autoridades designadas por los distintos gobiernos militares. Y, sobre el final, un grupo de vecinos logró el control del Poder Ejecutivo local con Federico Schmidt a la cabeza.

Pero fue recién el 9 de diciembre de 1983 cuando Villa Gesell (instituida como partido autónomo en 1978) pudo jactarse de un gobierno propio y legítimo, emanado de la voluntad popular de sus ciudadanos. Volvía la democracia a la Argentina y la ciudad escribía en su historia una página inolvidable: por primera vez, los geselinos iban a las urnas para elegir sus propios gobernantes.

Desde que el dictador Reynaldo Bignone había anticipado a fines de 1982 el regreso de la democracia, todo el país empezó a vivir con intensidad esa cuenta regresiva. Villa Gesell no fue la excepción, tal como se demostró en la Asamblea de la Cooperativa de Electricicidad (CEVIGE), que a mediados de 1983 tuvo una asistencia récord de 700 votantes en la elección de su nuevo Consejo Directivo. Por ese motivo, el comicio se trasladó a la sala del cine San Martín. Y el acto electoral duró casi 13 horas, evidencia de que la gente estaba notablemente ansiosa por volver a sentir la experiencia de tomar una boleta, introducirla en un sobre y colocarla en una urna.

En simultáneo, los partidos políticos rearmaban sus estructuras locales para acomodarse a los tiempos que se venían. Primero fue el Partido Justicialista, que convocó a elecciones internas para elegir no solo los miembros del Consejo del Partido, sino también a sus candidatos para las Elecciones General. Se impuso la Lista Celeste, que proponía a José Barraza como Presidente del Partido y a Osvaldo Buccini como candidato a Intendente. Lo hizo con 646 votos, casi el doble que los 336 que cosechó la Lista Azul, encabezada por Rodolfo Fritzler (Presidente del Partido) y Carlos Palacios (Intendente).

La Unión Cívica Radical también adscribió a la misma metodología de preselección interna, sobre todo después de enterarse que el español José Luis Fernández Heredia,  candidato original, no había sido autorizado por la Justicia Electoral dado que no acreditaba legalmente el tiempo de residencia establecido. Así fue como los afiliados radicales eligieron a Héctor Allo, de la Lista Renovación y Cambio, por una abrumadora mayoría: 553 votos, contra los 132 de la Lista Nacional Auténtica (liderada por Ramón Pereyra) y los 101 de la Lista Nacional (que postulaba a Elsio Bogani).

A Buccini, del PJ, y a Allo, de la UCR, se les sumaron en la carrera hacia la intendencia municipal el comunista Daniel Porta y también Rubén Giorgio, del Movimiento Integridad y Desarrollo (MID), una escisión del radicalismo fundada en 1963 por Arturo Frondizi y Rogelio Frigerio.

En la víspera de los comicios, el Semanario La Villa relevó los objetivos y aspiraciones de cada uno de los candidatos. Daniel Porta, del Partido Comunista, postulaba “la creación de una cooperativa agrícola en la zona apta de nuestro Partido Urbano que abastezca de alimentos frescos a los habitantes y elimine la intermediación especulativa”. Al mismo tiempo, Porta señalaba la importancia de pavimentar las arterias principales, construir viviendas populares y terminar las redes de cloacas y de gas natural.

Rubén Giorgio, del MID, marcaba como norte “afirmar nuestra autonomía y desarrollar el turismo como primera industria geselina”, aunque aclarando que “no hay que circunscribirse a los dos meses de verano”. Para eso, proponía  realizar un calendario de actividades de temporada baja que aseguraran “diez mil turistas por mes”, una cifra similar a la cantidad de habitantes estables que tenía Villa Gesell por ese entonces.

Para el peronista Osvaldo Buccini, “la primera medida al llegar a la comuna será exigir una rendición de cuentas a las autoridades salientes”. Dijo que tenía buena relación con los radicales geselinos, a los cuáles lo unía una larga amistad, aunque luego se refirió a ellos como “los representantes de Coca Cola”, a raíz de aquel acto en el que Raúl Alfonsín se paró encima de un cajón de gaseosas para llegar al atrio que luego inspiró una curiosa campaña gráfica de parte de la Juventud Peronista. Y aclaró: “Si por esos accidentes de la vida ganara el radicalismo, el peronismo va a colaborar”.

Desde su lugar, el radical Héctor Allo aseguró partir de “una concepción cristiana de querer al hombre y de amarlo, por lo tanto vamos a trabajar lo mejor posible para ese ser humano”. Reconoció el crecimiento de los asentamiento en Gesell y vaticinó un programa nacional de emergencia (dando por descontado que el radicalismo ganaría la presidencia y la gobernación bonaerense, tal como sucedió). El contador propuso también la creación de una fábrica de hormigón para abastecer a la ciudad de asfalto, la cuál sería financiada alentando la radicación de capitales destinados a la construcción. “Ya nos sentimos gobierno por la respuesta que obtenemos día a día en la calle, inclusive la adhesión de varias simpatizantes justicialistas”, remarcó, con mucho optimismo y algo de picardía.

Efectivamente, las elecciones, ocurridas el domingo 30 de octubre de 1983, le dieron la razón a Allo: la Unión Cívica Radical venció con 2542 votos (cerca del 52 por ciento), mientras que el Partido Justicialista cosechó 1657 sufragios (algo así como el 34 por ciento). La tendencia fue muy similar a la que se replicó en todo el territorio nacional, con la UCR beneficiándose con un gran caudal de votos extrapartidarios, consiguiendo en Gesell exactamente el mismo porcentaje a nivel nacional. No tuvo la misma fortuna el PJ, seis puntos por debajo de su proyección nacional, en gran medida por los votos que se filtraron hacia el MID (446, que equivalieron al 10 por ciento) y que le permitieron insertar un edil en el incipiente Concejo Deliberante local.

“Me ganó un Señor, con mayúscula”, reconoció Buccini pocas horas después de las elecciones. Allo había nacido en un pueblito rural de Navarro y la posibilidad de radicarse en Gesell le había surgido mientras estudiaba en La Plata para Contador Público Nacional. Se estableció en 1973, comenzó a dar clases en el Instituto Anna Böttger y abrió un estudio contable que, una vez electo, cerró para siempre. Su primer gabinete municipal se fijó como primer objetivo administrar la temporada que se avecinaba.

La gran performance electoral del radicalismo le permitió detentar la mayoría en el HCD, ingresando siete concejales: Mirta Mariani, Mario Carlini, Gustavo Gallia, Miguel Córdoba, Norberto Spena, José Sarli e Ismael Rivera (asumiendo como suplentes Susana García, Luis Baldo, Rodolfo Torterolo, Héctor Míguelez, Julio Ibáñez, Carlos Martí y Edgardo Rossi). El peronismo, en tanto, colocó cuatro concejales, todos hombres: Mariano Scandura, Antonio De Sante, José Barraza y Carlos Palacios (los suplentes fueron María Giovanini, Alberto Conde, Elsa Vázquez y María Marconi. Por su parte, Jaime Mosteiro ingresó por el MID con Antonio Roncorono como suplente, quien dos años después lo reemplazó en la banca.

El primer Consejo Escolar (electo en el mismo tramo de la boleta que los concejales) estuvo compuesto por Elida Covello, Adelina Bordegarat, Susana Ferrenu y Nora Vanasco por la UCR, y Elsa Eguía y Eva Díaz por el PJ (Susana Suárez, Jorge Giacco, Liliana Cerliani, María Debíais, María Albandots, José Turko fueron los suplentes).

De allí hasta la asunción de autoridades solo hubo cuarenta días. El 10 de diciembre, la jura del intendente, concejales y funcionarios ejecutivos fue sobria y moderada. Todos ellos lo hicieron por Dios, la patria y los Santos Evangelios. La procesión, igualmente, iba por dentro.

El 30 de octubre comenzaba la primavera democrática justo antes de los calores del verano, escribiendo Villa Gesell su propia épica en una nueva era histórica del país.