Anticipo «Historias de Villa Gesell»: El otro turismo

El libro “Historias de Villa Gesell” será reeditado el mes próximo, con correcciones, ampliaciones y nuevos capítulos. Aquí anticipamos uno de ellos: el que habla sobre uno de los actores fundamentales de cada temporada, el trabajador “golondrina”.


GOLONDRINAS
El otro turismo

(Del libro «Historias de Villa Gesell»)


Hay turistas de la primera quincena de enero, de la segunda, rezagados de febrero, algunos que se cuelan con los padres y después se cortan solos, otros que aprovechan los feriados largos y también aquellos a los que apenas las da el cuero para escaparse un fin de semana, gasoleando un puñado de chirolas que valdrán oro si les bastan para huir unos segundos del hormigón caliente. La estadística turística toma nota de todas estas posibilidades y trata de darle unidad conceptual a esa masa paquidérmica que durante dos meses se mueve abombada por todo el país escapándole al calor (o acercándose a él, en verdad). Sin embargo, es ignorado en estos relevamientos el fenómeno migratorio más importante del verano: el de los trabajadores golondrinas.

El término surgió hace más de cien años para definir a obreros agrícolas italianos que venían al país entre octubre y diciembre, aprovechando el tiempo de cosecha de los campos argentinos. La modalidad laboral luego se extendió a otros rubros, sobre todo con la explosión del turismo social a partir de 1945. Entonces la palabra comenzó a hacerse de uso cotidiano. Buscando alimento, multitudinarias bandadas de golondrinas carretean sus alas siguiendo el calor de una promesa tentadora: hacer una diferencia económica trabajando a destajo durante un determinado período de tiempo, que puede ir del mes hasta los tres. Así, copan las ciudades balnearias, temporada tras temporada, empatando o superando en cantidad a quienes atienden, sirven, asisten, o reverencian, pero sin los beneficios de todos estos.

Leé el capítulo completo en la versión impresa de “Historias de Villa Gesell”. Click aquí.