HISTORIAS DE VILLA GESELL: Érase una vez, un castillo en la 3

Otro extracto del libro “Historias de Villa Gesell”. Aquí reproducimos el capítulo que habla sobre Juguelandia, esa maravillosa creación de Roberto Geddo y Osvado Bevaqua que se asoma con sus torres y cúpulas al sur de nuestra avenida principal.

Fragmento de «Juguelandia: érase una vez, un castillo sobre la 3”
(CAPÍTULO DEL LIBRO “HISTORIAS DE VILLA GESELL”)FB HVG

Todo ese tramo fue testigo de varios intentos por darle vida y acción al curso periférico de la 3. Uno de los más destacados acaso sea Juguelandia, un castillo enclavado sobre la avenida principal que remonta la breve historia de la Villa hacia el medioevo.

Su creador fue Roberto Geddo, un hombre de Castelar que acampaba en el pinar cuando era chico y que luego compró algunos terrenos en la ciudad. La familia de él trabajaba en el rubro ferroviario, y él heredó esa tendencia comprando un tren a vapor de trocha angosta, locomotora y vagones de 1914. También construyó la calesita del Paseo de la Infanta, en Buenos Aires.

Todos esos rasgos se aprecian en Juguelandia, donde instaló un pequeño trencito, y también un Carrousel del siglo XVIII que trajeron desarmado del extranjero y que se convirtió en uno de los más grandes del país. Pero no es el único atractivo: también hay un pelotero gigante, la inolvidable gruta con monstruos y gritos de ultratumba, canales de agua con góndolas, un laberinto humano, una aldea medieval a escala infantil que nos recuerda a la República de los Niños, un pequeño anfiteatro y una armadura de la brota una voz que cuenta historias. Y en una época incluso llegaron a montar un ofidiario.

El lugar fue estrenado en 1985, y para muchos fue un increíble Disneylandia a trescientos metros de la playa. A pesar de su nombre oficial, todos lo conocen como “El castillito”. Esa maravillosa réplica de la Edad Media fue pensada por Osvaldo Bevacqua, uno de los más brillantes urbanistas que tuvo la historia geselina, aún a pesar de que nunca terminó la carrera de arquitectura. A veces, la creatividad está más allá de los papeles y diplomas.

Fragmento del libro “Historias de Villa Gesell”. Más info: CLICK ACÁ