La increíble historia de Raúl Hernández, el primer maestro

Ubicado en el solar de una propiedad sobre avenida Buenos Aires, la primera escuela primaria de Villa Gesell comenzó sus funciones en 1947: la increíble historia de Raúl Hernández, el único maestro, según un extracto del libro «Historias de Villa Gesell»

Por Juan Ignacio Provéndola | Aunque su número engañe, la Escuela 12 fue la primera que tuvo la Villa. Fue en 1947, cuando Carlos Gesell donó la propiedad y se hizo cargo de financiar una institución que la comunidad de invierno comenzaba a demandar. “La idea la tuvo don Carlos, en 1946, porque quería atraer a familias a este lugar que estaba naciendo, así que decidió construir el edificio con su propio dinero y contratar al maestro. Durante un año, la escuela funcionó gracias a que Gesell solventó los gastos, ya que hasta ese entonces Madariaga tenía once escuelas y para abrir una nueva era necesario contar con una matrícula de por lo menos doce alumnos que aquí no los había”, contó Mónica García, museóloga geselina y una de las encargadas de darle vida y obra al Museo y Archivo Histórico Municipal, organismo que mantiene vigente el acervo cultural de nuestra ciudad.

La primera escuela de Villa Gesell comenzó su ciclo lectivo el 5 de mayo de 1947, hace 65 años, en el solar de la propiedad de Avenida Buenos Aires al 800.  Los siete alumnos que concurrieron a la jornada inaugural recibieron la instrucción de Raúl Hernández, un joven maestro de apenas 20 años que se había recibido en Dolores y que vivió primeramente en una pequeña habitación que le habían construido dentro de la misma escuela junto al salón de clases, un comedor, una cocina y dos baños.“Gesell lo convenció de quedarse y él se hizo amigo de todos muy pronto. Aunque era severísimo con sus alumnos, todos lo recuerdan con un enorme cariño”, reseñó Mónica García. Separado de su cargo por cuestiones políticas nunca del todo aclaradas, Hernández transcurrió sus últimos días de vida en Mar del Plata, aunque eventualmente regresó a la ciudad donde desarrolló sus pininos en la docencia para ser convidado con homenajes y recordatorios.

“Muchos ex alumnos recuerdan al colegio diciendo que el patio de la escuela terminaba en la playa. Los chicos, durante el recreo, se perdían entre las dunas, se iban a la playa… medio que desaparecían, así que Hernández tenía que llamarlos a los gritos, o tocando con energía la campana de bronce que don Carlos había donado y que luego Emilia Luther obsequió al Trencito Histórico”, explicó Mónica García. En el enorme y salvaje lote, los alumnos habían improvisado una canchita de fútbol, en tiempos donde el deporte no llevaba ni siquiera dos décadas de práctica profesional en nuestro país y lejos estaba aún de convertirse en el multitudinario fenómeno cultural que hoy significa en cualquier lugar del mundo que se le mencione. Tal vez haya sido el fallecido folklorista Argentino Luna su alumno más célebre, que justo en ese 1947 vivía en el campamento de Carlos Gesell y que era conocido en la comunidad tan solo como Rodolfo Giménez, la identidad que figuraba en su Libreta de Enrolamiento.

Un año después, el colegio había incrementado su matrícula original de siete alumnos a veintitrés. En marzo de 1951 el colegio se trasladó al edificio donde sigue funcionando actualmente, ya bajo el nombre de Escuela 1, Gabriela Mistral, en 4 y 104, gracias a una fuerte inversión de la Provincia de Buenos Aires en el marco del Plan Trienal. La propiedad de Avenida Buenos Aires entre Alamedas 206 y 208 se convirtió entonces en el consultorio de Danuta Manitus, la primera médica de Villa Gesell, una húngara refugiada de la Segunda Guerra Mundial que, según cuentan los memoriosos, visitaba a sus pacientes montando un caballo en el que también trasladaba a su enfermera. Sucesivamente, el inmueble fue cambiando de funciones. Así, pasó de ser el

consultorio del primer dentista radicado en el pueblo (y también el del Dr. Luciano Corti), a la vivienda de Rosemarie Gesell, una de las hijas de Carlos. Claudia Martínez Salas, la última ocupante de la familia Gesell, aceptó vender la propiedad con la condición de que sus nuevos dueños mantuviesen la estructura original, algo que sucedió durante los largos años en los que el edificio fue explotado como cantina y restaurant.

“Los inquilinos habían puesto en valor el edificio con una conciencia y un amor que nunca se apreció del todo. Hace apenas un año, como mucho, que estos chicos jóvenes, un matrimonio, se fueron porque no podían afrontar los costos de impuestos”, describió Mónica, quien realizó junto a Mariela Siste y María Abad un documental llamado “La primera escuela de Villa Gesell”, notable trabajo audiovisual sostenido con mucho material de archivo, entre los que se destacan innumerables fotos y hasta las primeras actas escolares firmadas por Raúl Hernández que a la fecha se encuentran en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires.

“Muchísimas personas colaboraron con material, especialmente fotográfico, ¡por eso el video tiene dos minutos solamente de créditos!. Mariela se ocupó de conectarse con todas las maestras amigas de su mamá, Rosalía Montarcé, una de las directoras más queridas de la Escuela 1; también hizo su aporte Aída Stauber, viuda de Raúl Hernández”, sostuvo Mónica. El trabajo, de dieciséis minutos de duración, fue presentado en la Escuela 1 en 2006 y luego se exhibió en algunos encuentros en Buenos Aires y Olavarría. El mismo equipo patrocinó un año más tarde un evento al que asistieron alumnos de todos los colegios, recordando el 70º aniversario de su creación.

Más info del libro «Historias de Villa Gesell»: fb.com/HistoriasDeVillaGesell