Marea Negra: recuerdos de la época del Proceso en Gesell
En un nuevo aniversario de la dictadura más brutal que padeció la Argentina, realizamos este informe exclusivo que repasa lo que sucedió en la ciudad durante ese tiempo a través de documentos secretos generados de los Servicios de Inteligencia.
Por Juan Ignacio Provéndola
El recuerdo de la última dictadura militar convoca efemérides encontradas para la historia de Villa Gesell. Fue durante esa época que se lograron la autonomía municipal respecto de Madariaga (1978) y la proclamación de
Desde luego, nada de esto estuvo ajeno a las autoridades del Proceso, quienes concentraron todos sus esfuerzos estatales y paraestatales en descubrir si detrás de cada movimiento se escondían elementos disgregadores o subversivos. Es que Villa Gesell ya contaba con antecedentes inquietantes y los hombres de hierro no querían ningún tipo de sobresalto en esa pequeña localidad de 15 mil habitantes que venía registrando las tasas de crecimiento urbano más grandes de todo el país.
El Geselazo
Aunque su fecha de fundación se estableció en 1931, Villa Gesell recién comenzó a ordenar su actividad institucional tres décadas después. Concretamente, a partir de 1959, cuando se instaló en 3 y 113 una Delegación Municipal, con el fin de recortar las distancias administrativas que había entre el pueblo y su ciudad cabecera. Pese a esta novedosa creación, General Madariaga siguió un tanto más lejos que los
Entre los puntos más discutidos del plan se encontraba uno que definía como comercial a zonas periféricas de casas, chalets y residencias. Otro, que ya rozaba el disparate, establecía un insólito centro dividido en cuatro partes diferentes, distanciadas entre sí por varias cuadras y que ni siquiera estaban en lo que podría considerarse como el área central de Villa Gesell. El rechazo al proyecto agrupó a distintos vecinos, aunque las demandas seguían siendo ignoradas. Por eso, este grupo se convocó el 8 de junio de 1970 y marchó hacia el edificio de
El episodio fue conocido como el Geselazo, en clara alusión al Cordobazo, sucedido un año antes. Aunque la comparación es por demás exagerada, aquella movilización a Madariaga no solo sirvió para ponerle freno al controvertido Plan de Zonificación, sino que en estimuló los primeros deseos autonomistas de un pueblo que se sentía perjudicado por las decisiones que tomaba la ciudad de la cual dependía. Aquel fue el germen de lo que cinco años después se constituyó formalmente como
A pesar de haber sido creada durante la etapa más cruda del lopezreguismo, desde su propia fundación en 1975 ya la Comisión Proautonomía generó mucho ruido, agrupó a las fuerzas vivas de la ciudad y convocó a los residentes a fijar su domicilio legal en la ciudad, algo que no todos habían hecho. Inclusive logró el visto bueno del gobernador bonaerense Victorio Calabró, quien estuvo de visita por Gesell en aquel año. La propuesta consistía en crear el Partido del Mar con Villa Gesell como cabecera, más las localidades de Mar Azul, Mar de las Pampas, y también de Ostende y Valeria del Mar (que luego terminaron siendo parte del vecino Partido de Pinamar). En su paso por la zona, Calabró también prometió importantes obras públicas para normalizar los irregulares servicios de agua corriente y red cloacal.
Negociando con la pistola en el escritorio
Pero los papeles se volaron por ventana pocos meses después. El golpe de 1976 obligó cambiar la estrategia. Ya sin el apoyo del depuesto Calabró, los nuevos pasos debían realizarse con sigilo y prudencia. Tal fue así que, para reunirse,
En octubre de 1976,
Las gestiones no prosperaron y llegó el verano, primero bajo esta nueva dictadura. Amparado en dictámenes técnicos del gobierno bonaerense (uno del Ministerio de Salud, el otro del de Obras Públicas),
La medida fue tomada con rechazo, sobre todo a partir de abril, cuando Madariaga decidió extenderla dos meses más de lo establecido. Desde Villa Gesell, aseguraban que esta suspensión dejaba sin empleo a 500 personas vinculadas a la construcción, ya que el pueblo no estaba en condiciones de afrontar los siderales gastos que demandan las obras públicas señaladas como necesarias para, luego, poder construir casas, hoteles, balnearios y restaurants. El desencanto se hizo insostenible y marcó un quiebre decisivo en el vínculo que ambas ciudades vecinas tenían entre sí.
El miedo de la “infiltración izquierdista”
Aunque no fueron masivas ni ruidosas, las primeras protestas llamaron la atención de los Servicios de Inteligencia, quienes comenzaron a girar informes a las oficinas centrales de Buenos Aires y
En el mismo parte (de carácter “secreto y confidencial”), se especulaba también con que “de producirse alguna situación conflictiva en la zona como consecuencia de la paralización de la construcción, los izquierdistas van a tratar de infiltrarse y activar, según es su costumbre”. Aunque los informantes consideraban que tanto los integrantes de
Al margen de la paranoia sobre una avalancha de marxistas, guerrilleros y subversivos, los Servicios de Inteligencia también advertían los rasgos socioculturales que dividían a Madariaga de Gesell. Y que, en cierto modo, daban sentido a la necesidad de independizar una ciudad de la otra. “La gente de Madariaga vive fundamentalmente del campo, pertenece a familias antiguas de la zona, tienen costumbres muy acendradas y viven en una ciudad cuya población y edificación no ha crecido apreciablemente”, detallaba otro informe secreto, el cual agregaba que “los de Villa Gesell provienen de muchos lugares, tanto del país como del extranjero, viven en una ciudad que ellos mismos han hecho, cuya población y edificación crecen permanentemente, y se adaptan la cambio que la época impone. Es muy difícil que mentalidades tan dispares se pongan de acuerdo”.
Sea por miedo a la infiltración de grupos de izquierda o por la necesidad de dividir administrativamente dos ciudades que guardaban pocos parentescos entre sí, el gobierno militar evaluó los pedidos autonomistas y les dio curso el 11 de abril de 1978, cuando el gobernador Saint Jean promulgó el decreto que declaró Municipio Urbano no sólo a Villa Gesell, sino también a Pinamar y al corredor entre San Clemente y Mar de Ajó. La medida tomó efecto el 1º de julio de 1978 y fue celebrada en
Bajo la sombra del comisario Pidal
La decisión desconcertó a todos, fundamentalmente a quienes aseguraban que la elección iba a recaer en algún vecino. Dos semanas antes del acto de asunción, el gobierno militar de la provincia de Buenos Aires anunció que el primer jefe administrativo de Villa Gesell como Municipio Urbano iba a ser Roberto Esteban Pidal, un comisario de
Pidal venía acumulando méritos en la fuerza desde mucho tiempo antes. En la anterior dictadura, había sido el Jefe del Departamento de Información de Políticas Antidemocráticas de
Su impiedad a la hora de ejecutar órdenes superiores le permitió a Pidal participar de represiones históricas, como
A diferencia de Pinamar y
Pidal firmaba y se presentaba como Intendente, aunque esto no era cierto. Desde el punto de vista administrativo, era apenas un delegado del Gobernador, aunque políticamente excedía incluso las funciones del Poder Ejecutivo, ya que el Delegado Municipal también se encargaba de las tareas legislativas. Aunque nunca quedaron en claro sus virtudes como administrador municipal, Pidal siguió ganándose la consideración de sus padrinos políticos y militares, sobre todo a fines de 1978 y principios de 1979, cuando dispuso el operativo para encubrir uno de los momentos más penosos de la historia geselina: la aparición de distintos cadáveres en la playa.
Las confesiones del mar
En diciembre, el mar suele amanecer calmo. Como si supiera lo que está por venir, sus aguas se mecen con relajo, regalando una música suave y dejando la estela de espuma tras su retirada. Sin embargo, una presencia extraña quebrantó la amabilidad en esos días de
“Recuerdo seis cuerpos, pero no se podían identificar. La mayoría tenía las manos cortadas o le faltaba la cabeza. Además estaban deteriorados por la acción del mar y de los peces. Fue algo horrible. Nos pidieron que los dejásemos en un pasillo de
En secreto, la mayoría de esos cadáveres se enterraron como NN en distintos cementerios de la zona. Y así permanecieron en el anonimato de la impunidad hasta que tres décadas más tarde el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) los exhumó y pudo comprobar una vieja sospecha: esos cuerpos pertenecían a víctimas de los siniestros vuelos de la muerte, cruel final que el Proceso le dio a muchos desaparecidos.
El EAAF es una ONG creada en 1984 como respuesta a la necesidad de identificar tumbas NN sospechadas de contener restos de desaparecidos. El equipo, con gran prestigio a nivel mundial, llevó su trabajo al resto de Latinoamérica, Bosnia, Angola, la ex Yugoslavia y Kurdistán. En este caso particular , pudo proceder gracias a que
Se cree que todos esos cuerpos pertenecían a personas secuestradas en el centro clandestino de detención El Olimpo que luego fueron arrojados desde aviones, ya que las pericias indicaron que las lesiones eran “compatibles con las provocadas por caída en altura y su impacto contra un elemento sólido (como el mar)”. Según reconstruyó el fiscal Federico Delgado tras escuchar a más de 600 testigos, los vuelos de la muerte eran realizados con aviones de
Uno de los nueve identificados es el que tantos años estuvo enterrado en Gesell. Se trataba de Santiago Bernardo Villanueva, desaparecido desde que fue secuestrado de su casa el 26 de julio de
El periodista Eduardo Anguita (cuya madre, Matilde Vera, fue secuestrada el 24 de julio de 1978 y desde entonces permanece desaparecida) mantuvo un encuentro con un sepulturero del cementerio de Villa Gesell, quien, recordando la época de la dictadura, “contó con orgullo que lo había visitado ‘el general de brigada Carlos Martínez’ y destacó que era hombre de caballería y que él mismo adoraba los caballos. Incluyó en sus dichos que Martínez, a la sazón jefe de Inteligencia del Ejército, nada menos, le había “regalado una placa”. El sepulturero murió y Martínez luego fue preso. No es difícil pensar los motivos que llevan a los generales a un cementerio en tiempos de desaparición sistemática de personas”. Quedará por siempre la incógnita sobre el nombre de los otros cuerpos encontraros en la playa. Al igual que los enterrados como NN, el comisario Pidal se llevó sus propios misterios a la tumba.