Darío Sz: “La filosofía ya explicó la realidad, ahora debe transformarla”

El filósofo eligió el sur de Villa Gesell para descansar después de un año intenso en el que debutó en teatro y lanzó su primer libro; en una charla libre, Sztajnszrajber habló un poco de todo con Pulso Geselino.

Por J.I.P. (noticias@gesell.com.ar)

Se cuenta que, en tiempo de la antigua Atenas, Sócrates iba por las calles de a pie su particular método de aprendizaje. Podrían encontrarlo en una plaza, en el mercado público o en algún rincón de la Acrópolis interrogando a sus discípulos y llenándolos de dudas (la duda socrática) a través de la mayéutica, la técnica con la que el pensador griego estimulaba en plena caminata la búsqueda de un conocimiento genuino por medio de preguntas, respuestas y nuevas preguntas que rebatían lo dado por cierto y subrayaban una única convicción: la de que, en definitiva, nunca se sabía nada. Los que entendían de leyes en aquellos tiempos juzgaron que este método alteraba el orden de la democracia, condenando a muerte a su autor.

Darío Sztajnszrajber quiso replicar la experiencia tres milenios más tarde, cuando con 24 años consiguió sus primeras horas como profesor de Filosofía en un colegio secundario. “Salimos de la clase con los alumnos y empezamos a charlar mientras caminábamos. En eso aparece la rectora a los gritos, exigiendo que volviéramos al aula. ¡Pero estaba dando Sócrates! ¿Qué quería? ¿Qué los chicos aprendieran sentados la historia de un tipo que criticaba a los que, justamente, se sentaban?”, opone Sztajnszrajber (léase shtain shraiber), quien siempre se planteó, como docente, el objetivo de volver apetecible una materia que muchos jóvenes rechazan por su densidad teórica, bibliográfica y conceptual. “En otra oportunidad me dieron ochenta minutos por semana en un curso, entonces daba la clase en la primera mitad, y el resto del tiempo lo usaba para hablar de lo que habían hecho el finde, de sus noviazgos o de las peleas que tenían con sus padres. ¡Cuando la directora se enteró, me dijo que me iba a pagar la mitad del sueldo! Siempre quise sacar la materia de la currícula, porque creo que cualquier cosa se vuelve interesante si el profe le pone onda. El tema es que, a veces, va en contra de los intereses de las instituciones.”

Después de haber recorrido todos los niveles educativos posibles –su preferido es el CBC de la UBA, donde dicta Sociedad y Estado–, Darío Sztajnszrajber alcanzó notoriedad pública a través de “Mentira la verdad”, programa de Canal Encuentro en donde retomó planteos filosóficos históricos (la Verdad, el Bien, el Alma, la Muerte), pensadores fundamentales (desde Aristóteles hasta Hegel) y lecturas obligatorias (“El Banquete” de Platón o “El Capital” de Marx) bajo un código estético, histriónico y ficcional, pero a la vez creíble, fresco y pedagógico, obteniendo como resultado una narrativa de alto impacto y gran repercusión.

El éxito le permitió a Darío proyectar su propuesta hacia otros formatos como radio, teatro, e incluso literatura, a través de “¿Para qué sirve la filosofía? Pequeño tratado sobre la demolición”, su flamante primer libro. De descanso en el sur de Gesell, repasa un intenso 2013 que incluyó la puesta de la obra “Desencajados” en el Kónex (ahora va al ND Ateneo) y la conducción del ciclo “El amor al cine” por Canal Encuentro, donde presenta distintas películas no como crítico fílmico sino como deconstructor del concepto filosófico que los directores despliegan acerca del amor. “Un tema recurrente en el arte, la filosofía y la vida misma, aunque si pudiéramos emanciparnos de él, seríamos más felices”, aclara.

Una vez dijiste que la filosofía era adolescente. ¿Por qué?

–La adolescencia es el momento donde se vive con la mayor potencia, y te marca para siempre. Es la época en la que uno todavía se anima a desconectarse de la cotidianidad y de la masa, y todavía cree que es posible fundar una cosa diferente. Después, la vida madura trae responsabilidades y te abruma, pero cuando puede generar esos movimientos, se siente adolescente. La filosofía, como yo la entiendo, es cuestionar a lo establecido, que es lo que uno hace, básicamente, en la adolescencia.

O sea que filosofar no es sólo pensar sino también cuestionar…

–Un viejo manual dice que un filósofo es un especialista en generalidades. El que no es del palo, lee esto y se te caga de risa en la cara. Siempre tenés que explicar que no sos un chamuyero. “¿Laburás de filósofo? ¿Y encima te pagan? ¡Dejate de joder!” La filosofía que a mí me gusta no es simplemente pensar sino entender que hay una forma de nuestro pensamiento que se expresa en nuestro cuestionamiento. El poder que tenemos es el de destruir cualquier cosa a través de nuestras preguntas. No hay una verdad: la pregunta por el por qué no tiene respuesta, entonces es un arma más letal que muchas materiales. Siempre que te quieren terminar de cerrar con una verdad definitiva, podes preguntar por qué. Eso es muy liberador, y también un mecanismo de resistencia muy fuerte.

¿Sos de lo creen que podemos filosofar por el simple deseo de nuestra voluntad, sin necesidad de incorporar conocimientos teóricos previos?

–Sí, soy partidario de eso, aunque el conocimiento previo ayuda a la agudeza de la reflexión. ¡Pero también te condiciona! A mí me cuesta mucho hoy alcanzar algún tipo de reflexión que no esté intermediada por Kant, Platón o Nietzsche, por ejemplo. Siempre que estoy pensando se me cuelan teorías, y por ahí alguien que no leyó nada llega a razonamientos espontáneos y recupera de ese modo el espíritu originario de la filosofía: la pregunta por lo desconocido.

¿Hay inquietudes filosóficas propias de nuestra época?

–Sí, por ejemplo el impacto de las nuevas tecnologías a través de la informática, que rompe ciertos esquemas clásicos como la dicotomía entre lo real y lo aparente, y permite ir más allá. Los teóricos más viejos no pueden comprender el nuevo concepto de amistad surgido a partir de Facebook. Lo ven como una falacia, aunque la tecnología en sí no es buena ni mala: simplemente transforma al hombre. Tal vez haya que esperar a que se formen nuevas teorías que lo expliquen, aunque creo, al igual que Marx, que la filosofía ya explicó demasiado la realidad y ahora debe dedicarse a transformarla.

¿Qué pasaría si, un día, la filosofía hallan respuestas a todas sus preguntas?
–Yo creo que la especie humana, por su capacidad autodestructiva, va a desaparecer mucho antes de agotar todas las preguntas. Me interesa saber cómo resolver esos problemas antes que encontrar la verdad. Dios murió hace rato, ahora está muriendo la verdad.