El Ventanal homenajeará al gran Armando Tejada Gómez

El Centro Cultural organizará una actividad en memoria del notable poeta, letrista y escritor mendocino, con motivo de otro aniversario de su nacimiento. Hará canción su obra el dúo compuesto por Pablo Olmedo y Fabio Herrera.

noticias@gesell.com.ar | Como suele ser costumbre entre sus actividades, El Ventanal usará de excusa a las efemérides para impulsar un hecho artístico en la ciudad. Se trata del homenaje al poeta, letrista y escritor Armando Tejada Gómez que se realizará este viernes a las 22 horas en el Centro Cultural. El próximo martes se cumplirá un nuevo aniversario su nacimiento y el dúo compuesto por Pablo Olmedo y Fabio Herrera repasarán su obra en guitarra y voz.

Armando Tejada Gómez nació el 21 de abril de 1929 en Mendoza y murió el 3 de noviembre de 1992 en Buenos Aires. Según el colega Fernando D’addario, del diario Página/12, su fallecimiento, lejos de apagarlo, sirvió para demostrarles a todos que estaba vivo a través de la reivindicación post mortem. Una reivindicación que lo excede, sin duda, y lo ubica como uno de los tantos ejes posibles de esa entelequia que llaman “década del 60”. Redescubrir hoy a Armando, uno de los fundadores del movimiento Nuevo Cancionero, admite la ventaja y el riesgo de la perspectiva: ese pedazo de historia (artística, social y política) argentina y latinoamericana pasó por el tamiz de la gélida década del 80 y llegó a estos días con la única certeza de la utopía perdida. 

Su poesía influyó en la renovada concepción del arte latinoamericano, incluida la nueva trova cubana. Que aun cuando compartió un espacio generacional con otros artistas representativos del boom folklórico de los 60, poco tiene que ver con ellos. Salvo Ariel Petrocelli, los poetas salteños (Jaime Dávalos, Manuel J. Castilla, etc.), a pesar de tener como principal influencia a Federico García Lorca, fueron políticamente tibios. Tejada Gómez escribía bajo el influjo de Pablo Neruda, César Vallejo y Miguel Hernández, pero tenía voz propia. Fue autodidacta, obrero, boxeador amateur, militante sindical, y se reía de sí mismo cuando decía que trabajó de lustrabotas “en una provincia donde todos iban en alpargatas”. Estaba convencido de que “inexorablemente estamos demostrando que la poesía es un arte de masas”, según coincidió con su amigo Hamlet Lima Quintana en “Manifiesto de los dos”.

Nunca se supo si su militancia política era accesoria a su condición de bohemio irredimible, o si era al revés. En su juventud llegó a ocupar una banca como diputado provincial por la UCRI, pero cuando sintió que el gobierno de Arturo Frondizi estaba traicionando los postulados que lo habían llevado al poder (recordar el libro Política y petróleo) decidió formar una suerte de bloque unipersonal en la bancada, entablando una lucha desigual contra la política de Estado. Luego se afilió al PC. En el ‘83, y sólo por disciplina partidaria, votó al PJ. Tenía reparos ideológicos, especialmente por el costado de Herminio Iglesias como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, pero sólo cuando le comentaron que el caudillo peronista no tomaba vino, frunció el ceño y dijo: “Yo jamás confiaría en un abstemio”. Según cuenta Angel Bustelo en el libro Compadres de Armando Tejada Gómez, “Un día quisieron burlarse de él: ‘Decime negro: ¿por qué usás doble apellido vos que decís que sos tan pueblo?’. Y Armando les contestó: ‘Porque tengo padre y madre con apellidos para lucirlos: tropero mi padre, arboleda mi madre, de tanto criar hijos. Apellidos hechos a yunque y martillo sin historias sucias de muchos oligarcones’”.

Irónico y peleador, tenía desconfianza de ciertos artistas que se mostraban comprometidos ideológicamente cuando el folklore combativo estaba de moda. Le dijo una vez a Horacio Guarany: “Escuchame huevón, cómo podés decir en una canción. ‘Si se calla el cantor/los obreros del puerto…’ Es la clase obrera la que lucha por su salario, no vos cantando”. En los 80 terminó desilusionándose de Isella, coautor de “Canción con todos”. Cuenta Hamlet Lima Quintana que una vez se lo encontró en un programa de Neustadt, y le dijo: “Usted estaba afiliado al PC”. Isella le contestó: “Pero ya no, es que me afilié muy joven, no sabía bien”. Cuando se enteró Armando reaccionó con resignación: “Y qué esperabas de ese tanito trepador”, dice Hamlet que le contestó Tejada.
Su última casa fue en el barrio de Barracas, en la calle Sudamérica. Casi un símbolo. Hoy, el recuerdo de su figura parece un bálsamo ascéptico. El homenaje a Tejada se deduce como un estricto acto de justicia. Un disparador para volver a creer.