El verdadero tesoro escondido: la historia de Gesell en 300 fotos

Amante de la fotografía analógica y de la Villa, Norberto Gómez se dedicó durante muchos años a recolectar imágenes antiguas de nuestra ciudad; hoy tiene más de 300, de todas las épocas, y las comparte en su cuenta personal de Facebook.

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Algunos sostienen firmemente que las mejores imágenes son las que conserva por siempre nuestra memoria. Tal vez tengan razón, pero nadie en su sano juicio podrá negar jamás la magia que irradian las fotos viejas, esas que en sus rebordes amarillentos delatan el paso de los años y que en cada milímetro de tinta atesoran un secreto de otra era. Son ecos de un tiempo en el que uno disparaba la cámara y confirmaba la eficacia de la toma días, semanas o meses más tarde, cuando el laboratorio revelaba los negativos y develaba el misterio final.

Entre el barullo digital de celulares que fotografían con mejor calidad que la mejor de las cámaras emerge como voz de resistencia el romanticismo nostálgico de Norberto Gómez, un Técnico Electrónico de 50 años amante de la fotografía analógica y los procesos antiguos. Tal es su fanatismo, que tiene en su casa un laboratorio en blanco y negra y hasta una pequeña colección de cámaras antiguas. Pero no es un único berretín: como un secreto celosamente guardado, Norberto atesora más de 300 fotos antiguas de Villa Gesell, en las cuales bien puede trazarse la línea histórica de la ciudad desde sus mismos orígenes.

“Todo comenzó una tarde en la que fuimos al Museo Histórico de Villa Gesell para participar de las visitas guiadas de Mónica García”, explica Norberto. “Al terminar la misma salimos corriendo a comprar el libro de Rosemarie Gesell, y desde ahí hasta hoy no paré; he comprado todo lo publicado sobre Gesell, publicaciones sobre estudios de movimientos de los médanos, historia de toda la zona del Tuyú, publicaciones sobre la historia de casi todos los balnearios de la costa bonaerense y muchas revistas viejas como El Gráfico o Primera Plana, donde aparecen todo tipo de notas de color sobre la Villa, inclusive algún catálogo de los productos de Casa Gesell”.

Norberto es porteño, pero se siente “geselino por adopción”, ya que curte la ciudad junto a su esposa Claudia desde principios de la década del ’80. “Hemos pasado por todos los estadios en la Villa: como novios, esposos, sin hijos, con hijos, como inquilinos, de prestado y, desde hace ocho años, como propietarios Gesell es nuestro lugar en el mundo, aunque nunca dejo de ver la Villa con ojos de turista, porque eso me permite descubrir construcciones de los primeros años, charlar con vecinos que fueron pioneros y ver como era esa vida pasada y tranquila, comparándola con metamorfosis que se esta dando en los últimos tiempos”.

Hay un curioso motivo que lo empujó a acopiar fotos de Gesell: “Hace unos años, estando en la Villa para las fiestas, decidimos mandar postales, a nuestros familiares y amigos, como antaño. ¡Oh, sorpresa! En casi todos los negocios nos dijeron que no se vendían porque no se compraban. Entonces me puse en campaña y decidí comenzar un nuevo hobby; juntar fotos y postales de Gesell. Al principio no fue fácil, pero con el tiempo muchos de nuestros amigos me fueron regalando, otras en mercados de pulgas y algunas compartidas por gente que ama la Villa y sube sus recuerdos a Facebook. No es fácil, pero es un trabajito de hormiga”, explica.

Como bien grafica Norberto, el proceso de recopilación no fue sencillo. Entre las anécdotas más insólitas, destaca una que le sucedió en un mercado de pulgas donde identificó dos postales de Gesell viejas y coloreadas: “El dueño del puesto habrá visto mi cara cuando las vi, y me pidió una locura. Negocié un rato largo, pero no hubo caso. Vuelvo a los quince días y en el puesto no estaba él, sino una mujer. Vuelvo a mirar la cajita, pregunto el precio y la señora me dice que el marido le había dicho que cualquiera de esas postales valían 5 pesos. Moraleja: pase lo que pase, veas lo que vas, poné cara de póker”.

También hay historias simpáticas. Como la vez que compró tres postales en distintos puestos y luego comprobó que todas ellas estaban escritas por la misma persona, aunque a distintos destinatarios. También conserva muchas que fueron enviadas por extranjeros que visitaban la Villa en sus años iniciáticos, entre ellos un inglés que le cuenta a su interlocutor que el camino para llegar a Gesell era imposible, y que tuvo que dejar su auto en un garage de Madariaga. Sus fotos favoritas con las de las décadas del ‘50 y principios del ’60 (como la que ilustra esta nota. “Allí se pueden apreciar las primeras construcciones, el modo de veranear de los turistas, la moda de playa y los paisajes silvestres presentes en toda la Villa”.

Algunas de ellas pueden chequearse en su Facebook personal: https://www.facebook.com/norberto.gomez.1422/