Enero de 1985: River en Gesell de pretemporada con zapatillas de lona
Una foto inédita rescató una historia imposible en la actualidad: el Millonario trotando en pleno centro de la ciudad balnearia poco antes de ganarlo todo. El Beto Alonso y el Tolo Gallego, campeones del ’78 y glorias de River, encabezan una fila dominada por calzados de lona y medias de distintos colores.
Por Juan Ignacio Provéndola | Fue en la década de los ’80 donde se instaló en el fútbol argentino el ritual las pretemporadas en la costa atlántica. Mar del Plata marcó tendencia con sus recordados torneos de verano que invitaban a establecerse en la ciudad balnearia para usar también sus hoteles y clubes. Pero hubo otras playas que se mostraron como alternativas más reposadas, sin el barullo de la metrópolis.
Y la Villa picó en punta, especialmente después de haber inaugurado en 1981 el estadio Carlos Idaho Gesell con un torneo nocturno que incluyó a Racing, San Lorenzo, Estudiantes de La Plata y la Selección Sub19 entonces dirigida por Roberto Marcos Saporiti, aunque con la compañía en la platea de César Luis Menotti.
River le echó el ojo a la localidad sobre la ruta 11 por un contacto con el hotel Colón, cuyo dueño era amigo de Fernando Areán, entonces ayudante de campo de Héctor Rodolfo Veira, y que años después volvería a Gesell ya como DT de San Lorenzo. El Bambino había debutado en el Millonario en septiembre de 1984 y cuatro meses más tarde, convencido por la propuesta, decide hacer la pretemporada en la Villa.
Y así fue como llegó a realizar una recordada pretemporada en enero de 1985. Ese viaje fue el primer campamento grupal que Veira pudo hacer con el equipo que en 1986 llevaría a su año definitivo en la historia con el campeonato argentino, su primera Libertadores y la hasta ahora única Intercontinental, sumándose en el ’87 además la Copa Interamericana.
La historia, que circulaba ya como mito entre los memoriosos futboleros geselinos, cobra ahora una nueva dimensión tras la viralidad de una desconocida foto de época. En ella se ve una tropilla de 18 tipos trotando en plena calle central con dos leyendas a la cabeza: Norberto Alonso y Américo Rubén Gallego, ambos campeones del mundo en 1978. El de canoso de bigotes, gorro “Piluso” blanco y rosario sobre el pelo en pecho que acompaña al Beto y al Tolo en la delantera es el profe Alfredo Weber, histórico preparador físico.
En la imagen también aparecen Pipo Gorosito, Pedro Toglio, Luis Amuchástegui, Néstor De Vicente, Eduardo Saporiti y Carlos Karabín, entre otros. La indumentaria es bastante rústica: un conjunto azul marino Adidas de short y remera, la cual parece bastante pesada (a juzgar por la transpiración de quienes las lucen), por eso la mayoría aparece en cueros. Solo las medias remiten a los colores de River, aunque algunas son blancas con vivos rojos, mientras que otras rojas con las tiras blancas.
Para rematar, el calzado dominante es de lona, marca Flecha, con suelas planas. La composición gráfica de la foto es fabulosa: captura para siempre un tiempo que ya no existe más. Es impensable imaginar a ningún equipo poderoso del fútbol argentino trotando al sol del verano con zapatillas que parecen más bien alpargatas en el pleno centro de una de las localidades balnearias más concurridas de Argentina.
El periodista geselino Emiliano Masor vivió de cerca esa historia, aunque como pibe hincha de River: tenía 13 años y el hotel Colón quedaba a apenas una cuadra y media del lugar donde más horas pasaba en ese y tantos otros veranos, el Torino Bar de su papá Omar. No existían los celulares ni las redes, así que la única forma de enterarse sobre los que ocurría era ir a cada rato al alojamiento.
Su insistencia respetuosa lo hizo merecedor de una foto con el Beto Alonso y un diploma firmado por los jugadores que dice: “Villa Gesell, Verano ’85: Para Emiliano, con cariño, el plantel de River”. Y, de regalo, fue protagonista de una noticia clave para el fútbol argentino: “En la comitiva también estaban el Chino Tapia y el Vasco Olarticoechea, pero un día los veo que se quedan en el hall, mirando el único televisor que había, mientras los demás salían trotando por el Paseo 104, camino hacia la playa, que está a cuatro cuadras”, recuerda Masor. “Como tenía buena onda, le pregunté qué onda al de la recepción. Y me dijo que los acababan de llamar por teléfono para decirles que pasaban a Boca a cambio de Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca”.
El famoso trueque que fue noticia durante todo 1985 se definió en Villa Gesell, precisamente cuando Tapia y Olarticoechea fueron comunicados de la negociación por teléfono de línea y entonces debieron abandonar la pretemporada de un equipo para sumarse a su archirrival. “Los dos son hinchas de River. Aunque Tapia terminó siendo ídolo de Boca”, apunta Emiliano. “Y se perdieron ese ’86 glorioso del Millonario, aunque a la vez fueron campeones del mundo en México con Bilardo. Finalmente: ganamos todos”.