Tito Allo, el hombre que estrenó la democracia en Villa Gesell

Elegido en 1983, el radical fue el primer intendente que tuvo nuestra ciudad. Luego, integró el partido y logró varios mandatos como concejal. Será homenajeado a un año de su partida.

Texto: Juan Ignacio Provéndola – Dibujo: Héctor Regalli | Primero fue la administración de Carlos Gesell. Luego, una delegación municipal dependiente del Partido de General Madariaga, con autoridades designadas por los distintos gobiernos militares. Y, sobre el final, un grupo de vecinos, con Federico Schmidt a la cabeza. Pero fue recién el 9 de diciembre de 1983 cuando Villa Gesell (instituida como partido autónomo desde 1978) pudo jactarse de un gobierno propio y legítimo, emanado de la voluntad popular de sus ciudadanos. Volvía la democracia a la Argentina y la ciudad escribía en su historia una página inolvidable: por primera vez, los geselinos iban a las urnas para elegir sus propios gobernantes.

El voto fue para Héctor Esteban Allo, un contador que había nacido en un pueblito de Navaro, en 1951.  Mientras estudiaba en la Universidad de La Plata, le surgió la posibilidad de mudarse a Villa Gesell para dar clases en el Böttger. Tenía 22 años. Luego abrió un estudio y comenzó a vincularse con otros simpatizantes radicales de la ciudad. Un hecho fortuito le confirió protagonismo dentro del partido: el español José Luis Fernández, candidato del comité local para las elecciones de 1983, no había sido autorizado por la Justicia Electoral por no acreditar legalmente el tiempo de residencia mínimo para ejercer una intendencia municipal. Entonces la UCR abrió una interna y los correligionarios le dieron un fuerte aval a Allo: la lista que él encabezaba se quedó con 553 de los 786 votos.

A las urnas también fueron el comunista Daniel Porta, Rubén Giorgio (del MID) y Osvaldo Buccini, elegido en la interna del PJ. “Ya nos sentimos gobierno por la respuesta que obtenemos día a día en la calle. E, inclusive, por la adhesión de varios simpatizantes justicialistas”, dijo Allo, con mucha confianza y algo de picardía, en una entrevista que el Semanario La Villa le realizó antes de las elecciones. El candidato radical aseguraba partir de “una concepción cristiana de querer al hombre y de amarlo, por lo tanto vamos a trabajar lo mejor posible para ese ser humano”. Reconocía el crecimiento de villas miseria y vaticinó un programa nacional de emergencia (dando por descontado que el radicalismo ganaría la presidencia y la gobernación bonaerense, tal como sucedió). Y proponía la creación de una fábrica de hormigón para abastecer a la ciudad de asfalto, la cuál sería financiada alentando la radicación de capitales destinados a la construcción. 

Las elecciones (ocurridas el 30 de octubre) confirmaron los augurios optimistas de Allo: la UCR venció con 2542 votos (cerca del 52 por ciento), mientras que el PJ cosechó 1657 sufragios (algo así como el 34 por ciento). Una tendencia muy similar a la que se replicó en todo el territorio nacional. “Me ganó un Señor, con mayúscula”, dijo Buccini, poco después de reconocer la derrota.

Su gestión como primer intendente municipal de la historia de Villa Gesell estuvo concentrada en el fortalecimiento de las incipientes instituciones democráticas de la ciudad. En 1987 concluyó su mandato y se volcó a la actividad orgánica dentro del partido, aunque su ejemplo de civilidad y decencia trascendía las paredes del comité. Por eso fue que la comunidad lo ungió varias veces como concejal. Incluso sus propios colegas lo designaron presidente del Concejo Deliberante. Eran las famosas épocas en las que los ediles suspendían sus diferencias ideológicas para compartir asados, acercar los espíritus y pensar una ciudad desde la integralidad humana.

Claro que su calidez y sus modos amables no le impedían librar batallas desde el lugar que le correspondiera. Entre sus batallas más memorables, se recuerda una que mantuvo contra las concesionarias de las rutas que pasan por Gesell. Una investigación suya (que luego fue publicada en el libro “La estafa con la Ruta 11”) contribuyó a exenciones en los peajes para los geselinos, beneficio que la empresa vial originalmente había desestimado.

Su vínculo emocional con el radicalismo lo llevó a estar siempre vinculado con la actividad partidaria local. También, a tener que aceptar con el aliento contenido las directivas que bajaban desde el comité nacional, como el Pacto de Olivos, las derivaciones finales de la Alianza o el efímero vínculo con Francisco De Narváez. Porque todas las pasiones, incluso las más genuinas y hermosas, tienen sus tragos agrios.

Alguna vez intentó volver a la intendencia. Fue en 2003, pero perdió la interna radical con Luis Baldo, quien luego conseguiría su tercer periodo al frente de la Municipalidad. Hubo una pequeña revancha en 2010: Allo venció a la lista de Baldo y obtuvo la presidencia del comité local. El año pasado, tras ser elegido concejal por la lista del Frente Progresista, se transformó en el radical que más mandatos inició en el HCD local. Allí quedaron su silla y su legado: en el órgano institucional clave para la construcción de consenso, el objetivo final que debería perseguir toda comunidad democrática.