Un cigarrillo, mucho rulo y puro rock: recuerdos del Flaco Galicci
Como sonidista, José Luis Galicci siempre fue un elemento fundamental para la movida geselina no solo por su gran trabajo profesional sino también por una calidad humana que lo recuerda en el cariño de muchos músicos.
Se llamaba José Luis Galicci, pero para todos era “el flaco”. No era muy difícil advertirlo: cada vez que tocaba una banda estaba él en la consola, con sus rulos y ese cigarrillo en la boca que jamás parecía acabarse. Al igual que la gran mayoría de los sonidistas, el Flaco había comenzado del otro lado del vidrio. Es decir, con los instrumentos. Tomó clases con Eddie Nogueira, guitarrista de Metrópolis y Fricción, dos grupos fundamentales del rock nacional de los 80’. Con él, además, comenzó a aprender los primeros conceptos de sonido cuando ambos se asociaron en 1987 para abrir un estudio de grabación en el barrio porteño de Belgrano. Tiempo después empezó a trabajar con Hugo García. Bandas como Memphis, Las Pelotas, Vox Dei y Attaque 77 fueron operadas en vivo por él.
En ese trabajo conoció a Gastón Ciminieri, quién lo trajo a trabajar a Villa Gesell en el verano de 1996. Estuvieron en el boliche Compact, que en esa temporada tuvo a Illia Kuryaki and The Valderramas, Babasónicos, JAF y Los Brujos en su cartelera. Un año más tarde decidió establecerse en Gesell, donde probó su primera experiencia al frente de un boliche. Fue en Puerto Noche, una ex bailanta por Avenida Buenos Aires y Boulevard. “Una noche nevó y un tipo desenfundó un arma. Hicimos dos viernes y cerramos”, recordó.
Trabajó con el grupo Inti, el folclorista Carlos Orozco, y también en eventos como los Carnavales del sur, el Mes del Jazz o las fiestas de Santiago Apóstol. Pero era el rock lo que más le tiraba. Uno de sus momentos de mayor trabajo fue en la etapa de El Bar del Bosque, un lugar explotado por los hermanos Pedro y José Ianuzzi, a la altura de la rotonda de Avenida Buenos Aires y Boulevard. El Flaco era el sonidista oficial del lugar y utilizaba una consola que se había usado en los recitales de despedida de Sui Generis en el Luna Park.
En esa etapa pasaron por sus perillas grupos como Barsoto, Solar, Gambaff, Broken Bones, Trompas de Falopio, Señores del Carma y Conjunción. “Para mí, con la separación de La Peluca y Carajo al Monje, a fines de los ’90, se había cerrado una etapa en el rock geselino. Pero El Bar del Bosque logró inaugurar una nueva era gracias a toda la movida que generó. Se armaban grupos, y todos querían tocar ahí. Me acuerdo de Gambaff, que eran todos pibitos, tocando de noche. Había una onda bárbara”.
Aquellas noches en serán inolvidables para quienes las pudieron disfrutar. Gesell siempre tuvo un público ávido de rock y al mismo tiempo artistas con vocación de salir a mostrar lo suyo, y durante un tiempo interesante el El Bar del Bosque funcionó como punto de encuentro de ambas intenciones. El imposible recordar esos momentos sin la figura del Flaco Galicci manejando atrás de la consola.
Aunque la música le había convidado amistades más allá de Villa Gesell, fue siempre un gran defensor de la movida local. “Sacando a Mar del Plata, Gesell es la única ciudad de toda la Costa Atlántica que tiene la capacidad de generar rock”, afirmaba, con cierto orgullo de sentir que él tenía algo que ver en todo eso.
Hace un tiempo se fue de gira, como diría sus colegas. Una expresión que le sacaría una carcajada con esa risa seca.
Foto: Daniel Garnica