Villa Gesell en la muestra sobre rock del Museo Histórico Nacional

La sala más importante de Historia Argentina realizó un amplio despliegue para “El rock en la calle”, exhibición sobre ese género en la década del ’80. Entre la frondosa memorabilia hay dos vínculos con la Villa: el recuerdo de Willy Crook y la primera gira de los Fabulosos Cadillacs. 

 

Por J.I.P. | Al rock se lo puede analizar de muchas maneras. Y al específicamente argentino de otras tantas más. Lo que nunca había pasado es que su semblanza tuviera un tratamiento histórico desde la museología. Al menos no con el volumen que alcanza “Los 80: El rock en la calle”, muestra para la cual el Museo Histórico Nacional logró reunir más de 600 piezas con el propósito de exponerlas al público y de manera gratuita.

El museo, ubicado en un costado de Parque Lezama, tiene más de cien años y siempre estuvo dedicado principalmente al acervo histórico argentino del siglo XIX. En su frondosa colección se destaca el mítico sable corvo de José de San Martín.

¿Cómo aparece el rock entre la espada del libertador, una bandera de Belgrano o el poncho punzó de Rosas? La respuesta está en el interés del museo por extender su alcance más allá del siglo XIX. Y, en esa búsqueda, el rock argentino apareció como una alternativa para entrar en el siglo XX con potencia.

Para el rock argentino, la de los ‘80s fue acaso la década más emblemática: una era con procesos, cambios, discos y canciones para siempre. Todo esto se pudo comprobar con los más de 600 objetos que el Museo Histórico Nacional exhibió. Fue la muestra más grande que jamás se había realizado sobre el rock argentino. Estrenada en diciembre del 2021 con la idea de que fuera una actividad de verano, se terminó extendiendo hasta fines de agosto por pedido del público, y no pudo ser más solo porque ya debían devolverse todos los elementos que les habían prestado.

La exhibición tenía siete escalas o postas, cada una en un salón distinto, y avanzaba cronológicamente desde 1982, cuando el rock empieza a ganarse la calle en las postrimerías de la última Dictadura, hasta el primer bienio del menemismo. Instrumentos, prendas, fotos, afiches, videos, revistas, discos y un largo etcétera se repartían en siete salones, los tres principales en la planta baja más otras cuatro en el subsuelo.

En la sala central convivieron desde instrumentos de Gustavo Cerati hasta fotos inéditas de Charly García o Federico Moura, pasando por bocetos de Rocambole, vestuario de Los Twist y letras de puño e ídem de Luis Alberto Spinetta. Ahí mismo, además, había dos referencias a Villa Gesell.  

La primera era una foto poco vista de un jovencísimo Willy Crook con Los Redondos en La Esquina del Sol, uno de los recordados reductos porteños de mediados de los 80’s. La imagen es de Aspix y muestra al geselino en el primer plano de una composición fabulosa que sigue con Skay Beilinson soleando a su lado, la Negra Poli escrutando de costado, Cuino Scornik feliz y una muchacha con el pelo en su cara: es la actriz Inés Molina Villafañe, tal como detalló su propia hermana, Juana Molina. 

Aquella noche de invierno de 1984, en Palermo, Willy Crook quedó posterizado con un semblante meridiano: en la foto parece mirar más allá con calma, expectativa, quizás cierto desdén, alguno de ironía —mientras otros, curiosamente, lo están mirando a él—. Había vuelto a Gesell con su familia después de unos años de exilio forzoso en Europa y abandonó definitivamente la Villa para entrar a Sumo, aunque acabó en Los Redondos. Al momento de la foto el geselino aún tenía 19 años.   

La segunda presencia de Villa Gesell en esta muestra construida con elementos de protagonistas, coleccionistas y particulares se ubicó en un colorido afiche de Los Fabulosos Cadillacs en los inicios de su carrera. Jueves 2 de enero de 1986, la “Fiesta del Cometa Halley” en un lugar no identificado de Paseo 115 y la entonces existente Avenida Costanera. El grupo formado embrionalmente en Mar del Plata no llevaba un año de carrera y ni siquiera había grabado disco, algo que sucedería recién meses después con “Bares y fondas”. Esas excursiones geseloides constituyeron, efecto, la primera “gira” de su historia. 

Para tocar en Villa Gesell durante el verano del ’86, el grupo (que acababa de dejar atrás su viejo nombre, Cadillac 57, para reemplazarlo por Los Fabuloso Cadillacs) decidió hacer base en Mar del Plata, repartiéndose entre las tres casas de los locales: Flavio Cianciarullo, Mario Siperman y Naco Goldfinger. Desde ahí viajaron a Gesell al menos tres veces para hacer shows, tal como reseñó Esteban Cavanna en “El León”, la biografía autorizada de los Cadillacs. 

 

 

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